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Los pensamientos del príncipe constituyen una profunda reflexión sobre la fugacidad de la vida, en la que, siendo todo sueño, es mejor reprimir la fiereza de carácter, la furia y la ambición, ya que el mundo es algo tan singular que el vivir sólo es soñar, y así se lo enseña a Segismundo la experiencia. Porque incluso el rey sueña que es rey y que, como tal, ordena y manda y, engañado, en el viento escribe sus glorias, hasta que la muerte lo reduce todo a cenizas. Siendo así, ¿qué importa reinar si al fin hay que despertar en el sueño de la muerte? Y lo mismo le sucede al rico, que sueña sus riquezas; y al pobre, que padece su miseria y su pobreza; y al que se afana por todo, y al que agravia y ofende, pues en el mundo, en conclusión, todos soñamos lo que somos, aunque nadie se dé cuenta.
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CALDERON DE LA BARCA, La vida es sueño
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